domingo, 20 de septiembre de 2015

PROHIBIDO OLVIDAR
Manolo Vanegas en búsqueda del triunfo

En cada tarde de toros. 


La cíclica de la renovación no nos llega. No llega y sin embargo es cierto que el año pasado, y quizá el anterior, hemos visto una baraja de novilleros cuya capacidad delante del toro se nos hace innegable.
Siguiendo una lógica básica, nos deberíamos hacer esta pregunta: ¿por qué coincidimos en que tenemos novilleros muy capaces para torear y sin embargo no logramos sacar un matador de toros que tenga ese tirón y esa capacidad para subir a la primera fila de las figuras?
Podrá haber reconocimiento y respeto al diestro venezolano andino Manolo Vanegas, por su valor, tenacidad y honradez profesional, pero el triunfo quien lo da o lo niega es el toro. De aquí la importancia de recuperar la casta, la resistencia y la movilidad en el toro que se está lidiando actualmente en el universo mundo del toreo.
 Por algo el espectáculo taurino se llama la Fiesta de los Toros.  



No hay vuelta de hoja; en la corrida manda el toro. Y el torero podrá mostrar su voluntad, su entrega y sus conocimientos sobre la lidia, pero como falte un toro encastado, bravo y capaz de tragarse series de seis o siete muletazos por el lado izquierdo y por el derecho, no hay triunfo. 


Solo en Francia, en España y en todos los países donde tiene implantación el rito taurino. Y uno de esos toros de triunfo le ha salido al venezolano, Manolo Vanegas, con el hierro de Robert Margé, en el quinto lugar de esa inolvidable e importantísima novillada en Arles. novillo toro, noble, pero sin clase que ha tenido la suerte de encontrarse con un Manolo Vanegas, ambicioso y encelado, que lo vio claro desde su salida y le dio fiesta con el capote, y siguió dándosela con la muleta, sin reservas ni cicaterías, Vanegas, brindó a sus apoderados, como siempre el novillero venezolano mostrando sus buenas condiciones y facultades. Y como con la espada, a la que le tiene cogido el aire, se echó como un tejón sobre el morrillo, colocando una estocada tendida, interpretando con pureza y verdad la suerte de recibir, vino  para  sus manos, dos oreja de mucho peso, nada generosa, sino infinitamente justa, de esas que prestigian a un torero y mantienen la seriedad de una plaza. El andino Manolito Vanegas, siempre estuvo a la altura de las circunstancias, rosándose sobre sus cojones, sus dos novillos toros con las manos muy bajas, de presencia, muy guapos, bueno fue ese día al que le ha tocado esa  tarde triunfal, al diestro que representa el tricolor de nuestro pabellón nacional.

 ¡QUE VIVA EL TOREO VENEZOLANO¡


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