viernes, 23 de febrero de 2024

Sin cortar orejas, “El Gitano Andino” Antonio Suárez, se hizo dueño del Carnaval Taurino de Mérida


“EN CADA LANCE DEL TORERO VA LA VIDA, PERO TAMBIEN VA LA GLORIA”


LAS CORRIDAS DE TOROS SON NUESTRAS FIESTAS Y CULTURA

ES PARTE DE NUESTRO COMPROMISO DEFENDERLAS

Rodolfo “Positivo”

+58 424-283-13-96


EL SUICIDIO DE LA RAZÓN

     Se murió la ciencia. Una vez más, lo vimos en las terminadas ferias del Carnaval Taurino 2024. Me refiero al ¡Gitano Andino! Antonio Suarez. Lamentablemente este año en la Feria Internacional de San Cristóbal no tuvimos la ocasión ni el gusto de verlo por las malas decisiones del Hijo de la Serpiente del Edén,  Juan José Guerrero, que le gira la cabeza como la tía de El Exorcista. Las plazas de toros tienen a veces esas cosas que hacen grande al ser humano: que se les muere la ciencia en los ruedos. El toreo es la no ciencia. Puro azar.  Un sueño incompleto a la espera de otro, un sentimiento que busca su pareja de baile. Puede que incluso sea la suma de una contradicción: la de la risa y el llanto. El toreo,  en estado puro, consiste en  suicidarse de razón para seguir viviendo de azar. 

     Como lo mencioné en comienzo de la reseña, quienes han estado en San Cristóbal y Táriba, el pasado año lo vio y lo vivió, para llevarlo en su memoria en toda su eternidad las grandes faenas  del “Gitano Andino”. 

     En ese eterno retorno que tiene un sueño cuando persigue al siguiente. Como el  sueño del Matador de Toros El Gitano Andino! Antonio Suarez, que esperó  paciente al sueño de ésta y ya busca el del que viene. En la tarde del domingo 11 de Febrero 2024, el toreo del ¡Gitano Andino! fue visto por miles de almas que ocupaban las gradas del recinto taurino de Mérida para irlo a ver torear.  Torear como el ¡Gitano Andino! es ver los Ángeles del reino de DIOS. Tan lleno de mucho arte y tan despacio a veces, que el final del trazo parecía que comenzaba el año pasado y lo terminamos de ver  que terminaría el día de su presentación con un gran triunfo, a pesar de no tocar los apéndices por culpa de no colocar el estoque en el punto exacto que lleva a los matadores a salir a hombros por la puerta del triunfo,  esa puerta que muchos desean salir cueste lo que cueste. 

     “El Gitano Andino” sin cortar orejas puso las cosas en su sitio. Las suyas y la del toreo. Cosas como la importancia del arte y el valor sobre todas las circunstancias por mucho que en ocasiones caigan culpa, antepongamos o sobrevaloremos planteamientos más, digamos refinados a otros más crudos. 

     Iba a escribir planteamientos misteriosos y místicos pero si utilizamos la razón  para lo místico el mismo “Gitano Andino” con esa mirada desviada como perdida, a veces inyectada en sangre, siempre impasible, en la que espera a los toros, como diciendo dejen que los toros se arranquen y se acerquen a mi, con ese aire de fatalismo estremecedor, que sea lo que mi señor Jesucristo quiera en mi destino, haciendo subir el punto de las emociones y las cuentas de los matadores de toros que son algo así como el baremo de su valía real. 

     Llegó “El Gitano Andino” con su fusil y llegó a su nueva guerra en el coso merideño, entiéndase que su belicismo toreo viene de atrás. Fue profeta en una tierra donde no nació pero el público de Mérida lo acogió como uno de los suyos. Bien es verdad que logró sortear los toros donde pudo ser su mejor trabajo. Estamos claro que “El Gitano Andino” no inventó el toreo… pero casi. 

     Así hemos de manifestarlo tras de haberlo vivido en directo en la plaza. Hoy, un nuevo apéndice del toreo ha sido mostrado a los aficionados de Mérida por un torero, llamémosle ya singular, Antonio Suarez “El Gitano Andino”.

     El torero de San Cristóbal que ya lo hemos visto evolucionar en las últimos festejos, se ha reinventado en capital de Mérida para sacarnos de la rutina y la monotonía. Cuando no exista el toreo auténtico, el clásico, el de siempre, le decimos adiós al toreo moderno, ese que nos aburre y nos roba la afición, para acogernos al preciosismo, a la improvisación, a la torería, al fondo de armario que nos ha mostrado “El Gitano Andino”. 


     Es difícil, muy difícil, contarles todo cuanto ha hecho en la lidia del primero de la tarde. Nos falta espacio e imaginación, de la que él anda sobrado, para relatar lo que iba sucediendo, ya fuera con el capote, en el quite pero, sobre todo, con la muleta. Se nos amontonan las letras para explicar que, de entrada,  con el capote plasmo un buen tercio de lances antes dibujar una faena sincera sobre los dos pitones, plantó un lio con la muleta, sobre las dos manos perfectamente con brillo, ligazón, ritmo, toda una faena relajada, a izquierda y derecha. Todo cuanto hizo, desde una torería plena, lo hizo sin ventajas y dándole el sitio que le corresponde al toro. Y para rematar la obra, así hay que llamarla pues tenía un libreto totalmente nuevo, citó a recibir en una cierta lejanía, quizá, para recetarle una estocada fulminante pero no fue así mato muy mal a sus dos oponentes hasta me hizo recordar, a mi gran amigo, el matador de toros Celestino Correa. Lo que sí les puedo decir es que “El Gitano Andino” dejó una vez más la nueva sinfonía torera que quedó para el recuerdo de los asistentes.

     La locura invadió la plaza que, por cierto, llevaba loca desde el inicio de sus faenas. Una fuerte ovación se escuchó en el recinto taurino de Mérida. Todos a excepción del señor del palco que debió de entender que eso no era lo que él ve para nuestros toreros venezolanos pero si para las figuras españoles, y que una reconocida vuelta al ruedo pedida por el público ya cubría el expediente. No era ese el sentimiento del público, que abroncó al palco y obligó a Antonio Suárez a saludar desde el tercio. Una parte del toreo se acababa de inventar y Mérida lo bendecía.

     Que siga el mundo siendo mundo a ritmo de ciencia. A ritmo de crisis, de escasez científica. Nosotros siempre tendremos ese lugar donde, por el precio de una entrada,  vemos, olemos, palpamos la sucesión de sueños más inimaginables.

     De la tarde toda. Y del todo, ¡Gitano Andino!. Crece como la espuma de una ola de tamaño hiperactivo su romance con todas las plazas de toros. El sueño que no les llega a tantos toreros.




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