Un amigo, que vive en la ciudad de Tokio por motivo laboral, muy aficionado a las corridas de toros me cuenta con angustia lo que se ha dicho de mí por las redes sociales, despellejándome por lo que he reseñado en mi último escrito, que no es lo que era antes donde se recibían con emotividad lo que uno opinaban como aficionado. Me dice mi amigo, desde esa capital japonesa, que ahora es una carnicería donde ellos no permiten que les toque a su “bebé consentido” Jesús Enrique Colombo, y me pide que lo denuncie o me defienda desde mi columna del Blog Ferias y fiesta de Venezuela. ¿Por qué? Esta columna es de toros.
Una de las cosas que más me saca de quicio cuando voy a presenciar y disfrutar un festejo taurino en cualquier plaza de toros, es tener que escuchar desafortunadamente bobadas de ciertos antitaurinos que pagan un billete gordo nada más para hablar paguatadas sobre los acontecimientos que puedan estar sucediendo en importantes cosos taurinos nacionales.
Es evidente que en nuestros recintos taurinos las modas hacen furor. Pues bien, un grupito “pasados de años” a cuesta, por demás antitaurinos, amargados, al parecer no les agrada mucho mi manera de hacer mis reseñas en Ferias y Fiestas de Venezuela y, mas, aún cuando expresé en mis últimas crónicas que si nos ponemos todos la mano en el corazón y somos sinceros lo único bueno que se observó en la feria taurina de Mérida 2018, fue el soberano baño de agua fría que le pegó César Valencia a Jesús Colombo y cómo se la jugó el caraqueño con dos cojones ese día toda la tarde el joven torero integrante de la histórica dinastía valenciana para salir triunfante con tres orejas bien merecidas.
Estos “viejitos” que han perdido la estética visual dentro y fuera de los toros y que nunca tuvieron las razones reales para argumentar “qué es torear” y premiar una faena, lógico, que se vayan por la tangente, es decir, lo que hacen todos los seudos intelectuales taurinos: nutrirse de información extraídas de medios electrónicos carentes de veracidad, actualidad y equilibrio. Para sentirse útiles –los bejucos– suelen en los corrillos del orbe del toro brindar botellitas de whisky adulteradas para que valoricen sus ideas y opiniones. Esta lectura hace que uno tenga que tropezarse con estos vejestorios que andan como curas con manos extendidas de miseria, llenando los bolsillos a razón de hacerle culto a la personalidad del torero de su preferencia.
No es necesario que me digan quienes son estos vejestorios porque ya les conozco y sinceramente me resbala lo que opinen de mis críticas. Humberto Eco, teórico de la vida de los signos de comunicación afirma: “Internet hace de los estúpidos crear escenarios irreales y absurdos con la palabra y las voces”. Precisamente, estos viejurrios reflejos de las alienaciones y sugestiones del diestro de moda, aprovechándose éste de la débil y escasa capacidad de reflexionar del presente de la fiesta brava. Soy venezolano y por esta sencilla razón me da la gana decir lo que yo quiero. Estos vegetatorios amargados siempre andan con ínfulas de que lo saben todo, se jactan de su target social buscando siempre los adulantes y lisonjeros que le alimenten su atrofiado ego que es “levantado” por el constante consumo de la famosísima pastilla azul ¡Que calañas la de estos ancianos de años!
Es tanta la necesidad de captar la atención de los taurinos que estos mal paridos quinchonchos –es decir, los vejestorios, integrantes de un grupo taurino de WhatsApp– creen ocupar barreras de sombras en Tendido 7 en Madrid. ¡Basta! que estas gentuzas con imagen de pastor sigan manteniendo esas posturas de marcar una dirección para que poco a poco, borrego a borrego el rebaño caigan es su sucio juego.
No hay que fijarse últimamente en cómo se visten esta gente, su vestimenta es muy fina y costosa, mucho reconocemos de quienes se trata todos estos pendejos que hoy día dedico este artículo, con la finalidad de que los buenos taurinos sepan con qué pastor y cuáles rebaños deben andar en estos tiempos.
Estamos a merced de unos verdaderos enemigos que han ido creando su propios “Tendido 7” en las redes electrónicas, taurinos que, por cierto, bien chimbos son, pero la evidencia está ahí y lo lamentable es cómo llevan el mundo al revés ¡qué malos taurinos¡ Lastima que, en este tira y afloja de estos vegetatorios, se vea tanta mala leche y guasa porque siempre he visto con buenos ojos en esta tierra, mi Venezuela taurina, como una de las mejores en conocimiento de esta hermosa fiesta de las corridas de toros.
Los señores vegetatorios, todos son conocidos como los más “antimaduristas” de este planeta, de hecho recuerdo la manera tan degradante y pendenciera como se expresan del mandatario nacional Nicolás Maduro. Sin embargo, en ocasiones se aprovechaban para acudir a las rumbas organizados por los mandatarios regionales. Atentos a ser llamados a la cita, estos ancianos de años no tardaban en colearse (los vegetatorios no simpatizantes a los lideres de la revolución socialista) luciendo la “camisa negra” de fina estampa con apariencia de un verdadero doctor Merengue (personaje de los comics caracterizado por su naturaleza hipócrita y oportunista) sin considerar, la calaña de gentuza y enemigo silencioso que nunca ha dejado de criticarlos y que abona el terreno para tirarle un golpe político que derrumbe la plataforma del gobierno nacional y regional. ¡Hay que ver hasta donde han llegado estos chulos decrépitos! Por WhatsApp dicen odiar al Gobierno y se hacen ver como los opositores más radicales que existen, pero vaya que me ha tocado verlos en cuanto templete y comparsa organizan los rojitos, cazando cualquier “guiso” que les permita seguir pavoneándose en su círculo social.
Lo que más me encasta de estos chalados y conchúos es que nunca se han puesto delante de la cara de un toro.
Voy hacer un corto comentario sobre nuestra epopeya venezolana. En el año 1783 precisamente cuando ese año nació nuestro Libertador Simón Bolívar nuestra República dependía de España, cuyo mando lo hacia a través de un Gobernador o un Capitán General. Pero, ¡qué lejos estaban los caraqueños y venezolanos en general de imaginar los acontecimientos que les aguardaba en esos próximos treinta años!, cuando Simón Bolívar entró en la estación de madurez, se arrechó nuestro Libertador y dijo que no se calaba más el dominio del yugo Español.
¿Por qué hago este tipo de comentario histórico? Tranquilos, mis queridos lectores dejen la angustia, pronto sabrán el porqué.
Una vez más vimos en la Feria Internacional del Sol, Mérida 2018 al vegetatorio mayor de este cartel Juan Lamarca, un elemento caracterizado en reflejar un serio complejo hiperquinético y desaforada actitud paranoica, producto de la sombra de Jesús E. Colombo que lo sigue las veinticuatros horas del día de los trescientos sesenta y cinco días del calendario con la misión de afirmar cual publicidad que “lo peor y lo que no sirve, funciona”.
Este carajo fue arrastrado en una oportunidad a Venezuela en la más aberrante y descarada jaladera de bolas debido a que dirige el Círculo de Amigos de Antonio Bienvenida. El propósito de traer al chulo visitante a tierra venezolana fue expandir la idea originaria de España en Mérida y, posteriormente, a nivel nacional. Sin embargo, hubo una visión positiva con respecto al objetivo inicial, pero no caló en las pretensiones económicas y malignas de Lamarca y El Cartel de los Toches (San Cristóbal) porque propuso tener control y dominio de los espacios taurinos con su ventajoso conocimiento con respecto a nuestro país.
Ahora ha venido con más frecuencia a nuestras ferias taurinas, no para disfrutar de ellas sino que bajo su consentimiento escoger cuál de sus toreros consentidos debe ser el triunfador en cada feria. Esto lo hemos visto y sucedió en Mérida 2018 con Jesús E. Colombo. ¿Cómo se describe la actitud de Juan Lamarca que altera las ordenanzas taurinas y hace apología a la anarquía de un país? Corrupción e incitación al delito. También a la moral y buenas costumbres del país.
Esto me hace recordar a unos hombres como Amazonas, Morales y Zuazolas que estaban bajo la conducción psicópata y criminal de José Tomás Boves considerado por nuestro Libertador “La Cólera de Dios”, el mismo que ordenó decapitar al General y prócer José Félix Ribas.
El español vegetatorio y capo Juan Lamarca, trató muy mal la actuación del diestro Cesar Vanegas cuando el público pedía el indulto de su segundo toro. Éste degenerado sin apoyarse sobre criterios positivos que pudieran fundamentar dichas apreciaciones, tenía un peo armado en que matara el toro, para que Vanegas no le quitara el triunfo a su torero consentido: Jesús Colombito.
Todos sabemos que Jesús E. Colombo pegó un petardo gordo en su primera tarde porque se fue liso sin orejas. Lo repito como el ajo, la gran arrechera de los fans de Colombito es que Cesar Valencia mostró una clase magistral de su toreo dándole un descomunal repaso al Colombito. Arréchese quien se arreche y punto. Pero lo más cojonudo es que Colombito se toreó una gran cantidad de novilladas antes de tomar el doctorado como matador de toros, más las poquitas corridas que ya tenía contratadas. Mientras el torero de Caracas, Cesar Valencia no había toreado nada durante todo el año 2017, y aún así le pegó ese repaso. Imagínense entonces, si éste joven espada torease más regularmente.
La profesión de matador de toros es una actividad muy seria donde puede verse cornadas y sangre en cualquier momento de la lidia y si de hacer una critica con referente a la corrida debería hacerlo directamente al torero o a los organizadores una vez concluida la corrida.
Si los Vegetatorios para ese momento tuvieran en sus manos cohetes para lanzarlas y armar la gran fiesta en su ficticia barrera muchos serían los perjudicados. Ellos disfrutan cuando los diestros nativos se le ponían la vaina cuesta bajo. Los vegetatorios del grupo taurinos que pillaron mis reseñas son personas desquiciadas ¡Que lastima!
Pero lo impresionante es que yo les he visto como insultan a los demás diestros venezolanos desde sus asientos, lanzando puntas de dardos venenosas con estruendosos gritos que le salían de las vísceras que inclusive el pecho se le hinchaba. Finalizando sus payasadas, ¡cómo se frotaban las manos! cual famoso perro risitas pulgoso de la comiquitas pensando que todo su espectáculo le salía de primera.
¡Coño! pero que no vieran mis queridos lectores triunfar un torero extranjero o al imitador de Enrique Ponce, al niño Jesús de Tariba: Jesús Colombo. ¡cómo se estremecían de pasión y arrojaban desaforados halagos! que jamás dejaron de cesar. Por mi parte, pienso seguir disfrutando de lo bueno que queda en esta fiesta taurina. Seguiré siendo testigo fiel de las tardes gratas que deparan las corridas de toros.
Todo mi amor para esa cuerda de viejitos chuchumecos, y los rebaños que ocupan los asientos del ficticio “Tendido 7” de cualquier plaza de toros de Venezuela, viviendo en el planeta creado por ellos mismos. Los vejestorios del grupo taurino de WhatsApp. ¡Cómo me gustaría que volvieran, en el canal de la Colina, los concursos que solían hacerse ahí! Estos vegetatorios tendrían mucho chance de figurar en ese espantoso bodrio televisivo sabatino llamado “Bailando con los viejitos”. Muchos “gallos les puyarían para que logren cruzar la meta”.
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