miércoles, 30 de agosto de 2023

Al son del Alma Llanera Triunfa en la última de la Feria de Táriba “El León de Caracas” Leonardo Benítez

“EN CADA LANCE DEL TORERO VA LA VIDA,

PERO TAMBIEN VA LA GLORIA”


LAS CORRIDAS DE TOROS ES

NUESTRA FIESTA Y CULTURA

ES PARTE DE NUESTRO COMPROMISO

DEFENDÁMOLAS

Rodolfo Grillet “Positivo”

0424-283-13-96.


La afición de toda la región andina lo consagra como El Gran Maestro

     En el calendario del aficionado a los toros están marcadas siempre con ilusión esperanzada las ferias de los estados de Venezuela. Opinan muchos, no es cosa de negarlos, que la pasión es tan necesaria a la fiesta como el agua al pez. Somos humanos y todos en mayor o menor medida pasión por algo. Lo que es menester es que la pasión sepamos embridarla cuando se desboca, oscureciéndonos la inteligencia y destrozándonos la ecuanimidad y la ponderación. Los buenos aficionados, además de venir a ver lidiar a un matador de toros, venimos a ver a los toros, como animales bravos que se utilizan para la lidia, en todas sus variedades y comportamientos. Gran parte del "pellizco" que tiene este espectáculo, está en ver, a los diferentes lidiadores con toros bravos de distinta morfología y fenotipo, añadiendo a lo anterior, la selección de reses que hacen los criadores de toros bravos desde su criterio personal. Señores empresarios de que tienen actualmente las concepciones de las primeras plazas de toros del país sobre todo de la región andina de San Cristóbal, Mérida, Tovar, y otras plazas de toros a Nivel Nacional, miren más por el espectáculo, miren como si fueran aficionados entendidos y no como unos comerciantes avaros por lo que puedan percibir económicamente, aunque comprendo lo costoso que es organizar este espectáculo, pero sin caernos a cuento de La Cenicienta. Pero por encima de las regularidades de número que presenta, nuestra temporada taurina en Venezuela que de por si son muy poca tienen los cojones de confeccionar unos carteles que son toda una cagada como está sucediendo en Tovar que además que no dicen nada hay torero repetido donde podría haber colocar otros diestros que tienen más atractivo.    

     Un torero sin pasión es como una juventud sin risas. Las circunstancias de cada uno de ellos son las que dan carácter a la Fiesta de Los Toros. El barrio donde nacieron, la familia, el nivel económico, el momento y la época en la que les tocó vivir influirán de una manera casi determinante a la hora de expresar su toreo en la plaza. El arte es la esencia del toreo por eso es amor y dolor. La alegría y el gozo del que triunfa la amargura y el desconsuelo de quien fracasa. Sólo hay dos creadores: el amor y el dolor. Los corazones serán las únicas campanas de alarma de nuestras emociones y estarán fielmente presentes a lo largo de nuestra existencia como aficionados cuando nos deleitamos con el toreo del ¡MAESTRO! Leonardo Benítez. 

     El tópico del domingo de la gran feria taurina de Tariba en “El León de Caracas” Leonardo Benítez no tiene rival. Leonardo Benítez puede vanagloriarse de ser hoy por hoy en ser el matador de toros más idolatrado por la gran afición taurina del Táchira como su paisano.  

     Merecidísima salida por la Puerta del triunfo para “El León de Caracas”. Más pronto que tarde tenía que tocar la gloria con las yemas de los dedos un torero en reconocida progresión, transfigurado en un lidiador total, que ha ofrecido en Táriba, toda una lección magistral de toreo comprometido, en un derroche de valor, entrega y compromiso.

     Expectación y emociones en un día grande con nubes gris para la ciudad y el toreo. La terna fue recibida con una fuerte ovación y aplausos antes del comienzo del paseíllo en una tarde que tendría momentos de calidad y muchos detalles.

     Leonardo Benítez toreó bien a la verónica el primero de la tarde esa torería ancestral iba a presidir toda su labor desde que se abriera de capa cuajándole sensacionales lances a un primero derrengado de atrás. También se lució en un quite por chicuelinas de mucha sevillana. Llevó el toro al caballo toreramente con estilo. El pésimo papel del torero a caballo que ejecutó la pica le zurró mucho y mal sólo iba a servir para terminar de estropear una embestida claudicante y espesa con la que Benítez, torerísimo en todo lo que hizo, no se dio más coba de la necesaria. Hizo muy bien.

     Pero el milagro estaba por llegar. El diestro caraqueño brindó el primer toro, al matador de toros Manolo Vanegas. Comenzó la faena de muleta por doblones llevando el toro a los medios. 

     Luego se plantó firmemente y ejecutó una tanda con la mano derecha de cinco muletazos y un de pecho hasta el final del rabo. A partir de ahí empezó a brotar esa sinfonía primaveral que olía y sabía a la mejor Tariba, al toreo eterno, a la más bella expresión regionalista en esa hora mágica –se acercaba el lubricán- que precede al crepúsculo. La plaza era un grito, una emoción compartida enhebrada con la definitiva madurez de uno de los mejores toreros de la actualidad de Venezuela y nuestra vida, No, no se puede torear más despacio, con más sencillo trazo, pero revelando tantos registros y una belleza que trasciende del propio molde del toreo para convertirse en arte mayor. ¿Quieren que nos pongamos a contar muletazos? Pues llamen a un contable porque el asunto no puede ir por ahí. Nos había vuelto locos por ambas manos, deteniendo el tiempo en cada embroque frente a una embestida que, por bondadosa, acabó rajada. “El León de Caracas” aceptó la querencia del animal y terminó de darle fiesta en las tablas con el bicho cada vez haciendo cosas chungas. Perdió las dos primeras orejas por que el puntillero no logró acertar con precisión en el punto débil de la muerte del toro. la cual en tres ocasiones levantó el toro luego de que se echó. Fuerte ovación


     Seis verónicas de ensueño con un remate de media fenomenal, agradó mucho con su toreo de capa cuando realizó el toreo en chiquilinas antiguas con un extraordinario remate de revolera de enmarcar tenemos que rescatar de la tarde por parte de Leonardo Benítez que, en realidad, lo que más me emocionó es que pude palpar que Táriba está con este diestro y, ya sabemos, algo tendrá el agua cuando la bendicen. Tanto con el capote como con la muleta, “El León de Caracas” arrancó un montón oles rotundos, de esos que solamente suenan en esa tierra tachirense cuando sienten un buen toreo; todos estaban emocionados. 

     Este segundo toro tenía en su inicio tenia bravura, embestía con nobleza, pero la falta de fuerzas evitó que aquello tomara altos vuelos que, de aguantar un poquito más el animal, El diestro de Caracas Leonardo Benítez perteneciente a la estirpe de toreros modestos, poco valorado en las ferias y olvidado por las empresas, la de ese día domingo era su primera corrida esta temporada en nuestro país, embelesó a Táriba, la cautivó y la entusiasmó con un toreo eterno, clásico, de profunda hondura, artista…

     La faena fue corta, como manda la ley, con el tiempo permitido de cinco tandas, tres primeras con la mano derecha y dos más con la zurda, todas ellas precedidas por un toreo por bajo de muchos kilates que puso a los tendidos sobre aviso.

     A continuación, el plato fuerte, el toreo al natural, grande, grande, templadísimo, adelantado el engaño, toreado el toro en el largo recorrido, encelado en la muleta… Y los naturales surgieron emotivos, hermosos, magníficamente abrochados con una trincherilla, un pase del desprecio y el obligado y largo de pecho. Desde ese momento comenzó la banda comenzó amenizar el pasodoble y así, dos tandas por derechazos.  Para el recreo absoluto de los sentidos. Volvió a ser arrebatadora para inspirar uno pases por la mano zurda en es momento seso de sonar el pasodoble para luego comenzar escuchar nuestro segundo himno nacional El Alma Llanera.  Mató de una buena estocada para que pronto se echara el toro. Hasta dos vueltas al ruedo con las dos orejas, dio, a la muerte del segundo animal, pero, caminando poco a poco disfrutando el triunfo con el público que lo aclamaba,  abrió  la Puerta del Triunfo, que esperaba al torero con alegría.

     Lo que vimos fue suficiente, pero pese a todo, ver a Leonardo Benítez resultó una bocanada de aire fresco para el alma porque para el cuerpo, como dije, ya estaba solo para jodernos la tarde. Benítez tiene lo que tienen los elegidos; una gracia natural, un empaque irrepetible y una torería tan inmaculada que, repito, vibró a Táriba con apenas unas buenas tandas de muletazos. 

     ¿Nos imaginamos a este torero en San Cristóbal o Mérida, y con un toro que quisiera colaborarle con su causa? Como eso ocurra, Leonardo Benítez derribará todas las barreras que en frente tiene porque el empaque, el gusto natural, la torería, esa gracia que Dios le ha dado, son argumentos más que sobrados para que todavía pueda reinar en la torería; los hay a patadas peores que él y les llaman Figuras. Atentos este “León de Caracas” que cada vez ruge con más fuerza, dejando huella de su buen torear para que luego digan que no lo dije. Este torero puede formar un lío de época.

Tips Taurinos

Banderillas negras, descabellos, pitos y sonora bronca

     Como siempre Rafael Orellana estuvo perdido, no aportó nada y de la buena impresión ha pasado a una insulsez con las imperfecciones del toreo moderno. Muy parecida a lo de San Cristóbal y Mérida fue con la actuación con ese porte clásico y que acabó convirtiéndose en toreo de desconocimiento. A esa altura, con el crepúsculo tibio incitando a la deserción. Premiaron dándole el indulto a un toro que no abrió la boca no por bueno, sino que nunca humilló y en los pasajes de los muletazos iba con la cara alta. 


     El ibérico por la valentía demostrada hace unos días en distintas plazas, se perdió también en una nebulosa en las afueras, en estocadas impropias y en un lote calamitoso. Tampoco le vimos con la ilusión de triunfar en nuestras tierras, más bien vendría de turista por que estabas en las nubes. Lo pillé muy conformista y cómodo, eso si tuvo menos opciones con su lote, pero no dio un paso más allá del toreo en línea recta, mal colocado y al hilo del pitón. Muy descastado fue su primero, con el que no consiguió una gota de emoción. Brindó al respetable el último de turno, pero se rajó pronto y todo quedó deslavazado y destemplado, y nulo interés, al que dio muchos pases y no dijo nada en ninguno de ellos.






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